11 de abril de 2008

Comentario de texto, IV

Más pienso para la res cogitans:

(C. Mauriac, La aliteratura..., p. 183)

Me temo que no hemos salido del clasicismo francés, ni del jansenismo que es su vecino y amigo. Aunque se nota que el autor ha viajado a la pálida Königsberg.

Pero ha funcionado la batidora de N., puesto que la "disposición" metafísica se ha transformado en "incapacidad": los genes han parido un error, si así queremos hablar: uniendo el pragma nietzscheano con la fe evolutiva (als ob).

¿Por qué no vamos a querer hablar de este modo? Transustanciada la filosofía en filología por la acción del mago (N. según S.), nada satisface más al ego que convertir sus máscaras en móvil representación, y sus ideas en actuantes.

Aquí sentimos que había que inventar el cine, que el kinetoscopio estaba por inventar. Con él, con sus mágicas figuras de caverna aclimatada, las dos faces del nihilismo saltan alegres delante de los ojos: el plus de percepción convive con la trivialidad de los resultados, la aletheia con el shock.

***

De mis charlas de café no parece fácil que se saque algo: posiblemente por mi culpa: uno tiende a la aserción, aunque sea incapaz de mantenerla mucho tiempo.

No obstante, también hay un dogmatismo de los puntos de vista, en la idea de un relativismo opinante---

3 comentarios:

Egoficción dijo...

Deberías haber subrayado "El 'yo' constituye el privilegio de aquellos que no llegan hasta el final de ellos mismos".

Entendiendo 'Yo' como ultra Yo cartesiano o kantiano.
La experiencia del propio pensamiento y la fuerza de los sentimientos es inevitable, e inevitablemente son del yo, del sub Yo que dirían los cartesianos y kantianos.

Martín López dijo...

No estoy seguro: en sentido kantiano, ¿la experiencia del propio pensamiento pertenece al sub-yo o requiere, más bien, la apercepción trascendental o unidad sintética de autoconciencia?

Egoficción dijo...

Igual digo una barbaridad pero, con los términos que ahora estamos usando, diría que la apercepción es una de las manifestaciones, uno de los modos, de la sustancia insustancial sub-yo. La vida misma.