21 de diciembre de 2007

Aristoteliana brasileira

Le parecería imposible pensar en tener algo así como el derecho al descanso: la sustancia es actividad; el sujeto no cuenta---

Su fuerza es la condición de su movilidad, aunque ésta haya -muchas veces- de restar virtual: entiende que el reposo está emparentado con la muerte -y que él no es ni la sombra ni el eco casi olvidado de un dios; y también que el ocio de los cuerpos, esa indiferencia que pedía la física, conviene muy exactamente a la era del consumo, en tanto ordenada regulación heterónoma de los tiempos: ahora Vd. trabaja, ahora Vd. descansa, en perfecta distribución o suma total---

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A ratos platonizaba: creía en la bondad de un consejo nocturno que administrase anónima e inapelable justicia a los conductores imprudentes, para que no echaran mano (¿ante quién?) de sus razones exculpatorias: nuestro hombre es un malvado que ve en esas comparecencias el anticipo de estos magníficos cuerpos que son los estados modernos, que conceden la libertad con la condición de poder quitarla---

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