14 de noviembre de 2007

Críticas escolares: El III Reich en el poder

No en último lugar tiene el lector de esta suma de R. J. Evans (Península, 2007) la idea de que una bandada de ladrones hubiera estado planeando por encima de la sociedad alemana, desde 1933 hasta el estallido de la guerra en 1939. Utilizando las palabras como mera artillería propagandística y homicida, prescindieron sin escrúpulos de cualquier sentido de la decencia moral y ¿cristiana?, y por encima del cadáver reciente de la libertad y la ley fijaron su atención de buitres en el oro reluciente que quedaba. La narración de los hechos, después de la conformación de la banda a lo largo de los felices 20, antes de la explosión de crimen y maldad diabólica en los frentes y en los campos, suspende cada paso dado en la posibilidad de lo contrario, asumiendo (pero ¿de verdad lo hemos entendido?) que no hay una dirección fatal de los hechos, sino un complejo de condiciones -causas, determinaciones, factores, de tipo personal o impersonal- que van sellando de forma no mecánica el sentido de los acontecimientos. Como dice otro libro sobre la época, "no sólo Hitler". Ni en el Jefe de jefes, ni en los carroñeros de su corte (Goebbels, Goering, Himmler, Robert Ley, etc.) está la única explicación de lo sucedido: las conveniencias de todo tipo, económicas, militares, culturales, científicas, religiosas, los prejuicios antisemitas de la pequeña burguesía, el conservadurismo y el antibolchevismo (la idea siempre presente de una "guerra civil europea", según otro libro, de Ernst Nolte), contribuyeron con lo suyo al desarrollo y triunfo del mal. "No sólo Hitler", sino el común de las gentes (aparte de los grandes intereses), maravillados por el progreso postcrack al aire de una economía del rearme y -en el futuro- de esa segura guerra que según Evans estaba en la intención de Hitler desde la toma electoral del poder, maravillados por los momentos iniciales de lo que luego, como si no hubiera existido la guerra y la destrucción, se conformó como pacífico estado del bienestar. No habrá de extrañar demasiado que quien había salido de la miseria general se embriague con los cantos de sirena: vacaciones, turismo, hoteles, exotismo... para unas gentes a las que se ha convencido de que integran el volk superior, y que sus necesidades son sus derechos, y que ninguna formalidad legal habrá de parar la búsqueda de espacio vital entre pueblos a los que se catalogado (científicamente) como inferiores y esclavos.

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