9 de septiembre de 2007

Valentía

(Una película, Sócrates/Diotima contra el resto)

Un pueblo acobardado moralmente, en los dos sentidos (anémico, sin principios), se puede distinguir quizás no tanto por lo que hace u omite, sino por la incapacidad de interpretar correctamente gestos y símbolos---

Hablar, en realidad, no ha de consistir sólo en mover la boca (lo que hacen los muñecos de los ventrilocuos) sino en mostrarse la persona---

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Pensemos en los encadenados platónicos, adictos a su caverna-cobardía: no ven las cosas reales, en efecto, y aun menos las más reales, ese aspecto figural, geométrico o matemático, puramente pensado, etc., que resta de las cosas cuando los ojos han dejado de verlas. Pero tampoco notan la procedencia carnal de las voces, sino los ecos (las sombras pálidas del sonido) en la pared. De ahí que tengamos que imaginarnos marionetas, muñecos parlantes o cosas así. Como un teatro de falsedad y sueño; y como no puede ser cierta tanta mentira, en ese submundo ya está -para mañana- la salida hacia la verdad; y con ello el cambio de los tiempos históricos.

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Pero, caído de Platón, veo que no es para hoy la esperanza, si se tienen que cifrar las palabras, si el logos no es para el bien---

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