1 de junio de 2007

Aidememoire

Lecturas
a) Invitado por un querido amigo a unas lecturas hechas en la Universidad de A.: en junio toca Temor y temblor, de Kierkegaard (mi ejemplar: ed. Tecnos, 1987, trad. de V. S. Merchán).

Me comprometí a hacer una lectura/comentario propio, ingenuos (si fuera posible tal cosa: porque si fuera ingenuo todavía podría ser un poco sabio; lo poco que sé me hace más ignorante, etc.)

He comenzado. Y ¿qué? Conozco -anoto yo que refiere K.- la tentación de sistema, la inclinación a rebasar estadios, a dejar los otros atrás: condenando a la ingenuidad la duda cartesiana y la certeza de la fe. Como meros estadios, fases superables...

(Obligaciones con un amigo; hacia la filosofía, deber que está más allá de mis alcances, y la caza más noble: la de las metáforas que quisieron ser conceptos y conservar lo bello de la palabra poética)

Kierkegaard, Temor y temblor: el salto hacia la fe, después de la juventud y luego de la resignación. A ver si logro entender esta metódica vital, desencantada y agradecida...

...

¿Por qué no el salto "contra" la fe? Los argumentos de R. Dawkins, en El espejismo de Dios (ed. Espasa), contra los teístas, creyentes, etc. son, a veces, de una simplicidad que pasma: por eso seguramente el libro se convertirá en un clásico, a causa de la frescura de las preguntas/sugerencias/aportaciones/respuestas... que no quieren dar por terminado el diálogo, depositando el pleno saber sobre la mesa. No. Dawkins incita a contestarle: sus aires demagógicos, la argumentación casera, autosuficiente...

(Kierkegaard, Temor y temblor)

Los actos triviales, irresueltos, de un apoderado electoral, concuerdan con el ejercicio de la reflexión (renuncia, ascetismo, resignación... ) que da a luz la conciencia eterna, la infinitud en tanto negación de lo determinado; y, como tal y simple negación, solicita a lo más alto la completud que sólo (la) da la fe.

Los actos particulares constituyen, convenientemente ligados, los hábitos y los afectos: la caballerosidad y el amor...

Cuestiones de e-mail
"¿Qué me puedes decir de Temor y temblor? Aparte que se me hace un poco duro (tan liosos debieron ser los hegelianos como los del partdo opuesto), a veces, ¿cuáles son las claves para leer el libro? ¿El anti-Kant? ¿El post-Kant?"

***

Entiendo un poco lo que se me quiere señalar como estadio ético: el bien público, lo general a que se somete el interés individual, el concepto salvador, etc. I. e., ni anti- ni post-kant: antes bien, el despliegue de la razón crítica (mundana, científica, social, matemática, antropocéntrica... )

La fe señala el dominio de la paradoja, de una totalidad contradictoria y absurda (la del Credo) que lo gana todo con el deseo que manifiesta en el mismo instante que renuncia. Aunque sin mediaciones (el negocio filosófico del seguro racional, el método común).

No es extraño que filisteos, hipócritas, gentes de la vida pública, caigan como buitres en este juego de la apariencia y la autenticidad, tan tentador, chic, cool.

Kierkegaard
(Debo leer sin la mediación de un falso saber, aunque sea imposible: todo mi saber es falso, inexistente... )

Imposible leer así, pero necesario: como si nadie pasara los ojos por la página.

Me quedo con la figura del "héroe trágico", opuesto al "caballero de la fe": el que agota las posibilidades de la razón (la ciencia, que no conoce K. el danés, culmina en renuncia ética) vs. la donación entera de sí a la gracia, a la ganancia infinita de lo finito, con la vuelta del tiempo después del abandono en la eternidad, etc.

El desgarramiento amoroso es figurado en el ascenso sacrificial de Abraham (Regina Olsen = Isaac). Pero también podría figurarse todo el desastre de soledad, guerra, enfermedad y dolor de una época, capaz de banalizar el bien, tanto como el mal...


(Kierkegaard)

El particular, el único, ajeno al sistema: libre. Porque mantiene como particular una relación absoluta con lo absoluto. I. e., el diálogo personal (yo-tú) de la criatura con su Dios. El movimiento en soledad que desencadena la fe, el elemento donde vive la religión, el lugar de los "caballeros de la fe" (quijotescos, reaccionarios), logra una intimidad que no conoce la ética, los actos obligados por la reflexión conceptual, la relación mediata con un Dios ideal (kantiano y hegeliano): Dios, Él. Corresponde a la vida de los "héroes trágicos", justificados por el bienestar colectivo, fundadores de utilidad y sociedades (progreso).

S. K., TyT
(Aire de familia, historia de la razón)

El buen Fausto: genio de la duda y la simpatía. Reúne en su carácter la inspiración socrática y la ambición cartesiana, de la época en la que el diablo se hace mayor y vuelca su ambición en la política terrestre (la Modernidad): la simpatía fáustica constituye una figura adecuada de y para la formación y el mantenimiento de las sociedades. Sabemos, por Aristóteles, que éstas (y, por lo tanto, la amistad que las cimenta) dependen de la benevolencia recíproca, de que el otro no sea percibido (solamente) como enemigo mortal.

...

El hombre que ha ingresado en la era de la razón nota que le falta algo -todo parece tan descarnadamente humano y previsible!

Confía -él- sólo en el improbable azar -llamado Dios, amor y nombre-, en los encuentros...

Saliéndose del lenguaje, percibe en el último momento la amistad sospechosa de saber y locura: la fe es solitaria, la gracia también. Esa vida -en silencio- es el absurdo, la ausencia de una palabra comprensible -común- para el oído, la cosa inefable.

(SK)

El salto: cercano, todo o nada, a la desesperación; Dios o el abismo.

La verdad del espíritu: paradoja que se parece peligrosamente a la impostura; como se parece el Salvador a la Cristiandad.

¿Quién juzga esto? Cuando no hay razones: la relación categórica con Dios, solitaria y entregada, no viene a consecuencia de un método de claridades y reglas… sino –al contrario- a causa del abandono definitivo de la luz falsa (social, racionalista). Credo quia absurdum.

Notas
(A propósito de Temor y temblor de Kierkegaard)

Según lo que leo en James Collins (El pensamiento de K., FCE): se puede hacer una lectura moderna y sociológica de los conflictos de la fe. Los nombres de ésta (esperanza, resignación, absurdo... ) mientan la parte residual de los conceptos (sea la universalidad kantiana, racionalista, neoclásica, sea la más vaporosa gira -del todo por el todo- del espíritu hegeliano), i. e., aquello que no se somete a los planes de la administración de las cosas y las personas. La fe es, básicamente, no utópica: hostil al plan, amante de las diferencias que se mantienen ocultadas por los planes.

Leyendo TyT, pienso que la fe puede ser sacrificial, inquisitorial, si cabe -y lo sabemos-; también puede llevar al ateísmo a ciertos espíritus; pero no puede ser genocida. La fe religiosa; porque la fe política -la extensión universal de ciertas bases éticas, nacionalistas, racistas o comunistas- sí han dado lugar, de facto, a la extensión correlativa del mal: dolor y muerte.

(Aunque ninguna certeza: yo.)

(SK)

Un estadio (el que he enumerado de manera incompleta), en efecto, hecho de promesas y de aburrimiento: estética y donjuanismo.

Parece imposible una lectura plenamente ingenua. Me quedo con el sentido no evolucionista de los estadios o esferas de K. Con la idea del salto de una orientación vital determinada a otra: ascenso o caída; pero no progresión---

Un lector ingenuo debería ser alguien que lo conociera todo, y que por eso pudiera desprenderse hasta de sí mismo---

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