8 de mayo de 2007

La estación de nuevo

Mayo vive, en soledades adosadas, sus decisiones cumplidas. Celebra aniversarios de acordados olvidos -pero son los besos ajenos ruidosos, en una esquina oculta e inocente del mundo-, el nacimiento de los niños y el orgullo de los padres, alimentando las primicias. Admiro lo que veo, su belleza de madre joven, mis ojos admirándola: los ojos reunidos en una misma timidez que no se habla, reconociéndose.

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(Comentario al salir, cuando valía más callar)

Lao-Tsé (una cierta determinación de la lengua, milenaria) podía vincular el saber al silencio: porque las palabras vacían de lo esencial. Desnudos de todo, no tendríamos más que la ignorancia; callados, estaríamos en nuestra misma plenitud, observada, sabiéndolo.

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