29 de abril de 2007

Referencia

Al finalizar su camino especulativo nuestro hombre emprendió una bucólica retirada:

"Un objeto ahí dispuesto para su identificación: la filosofía era la policía del pensamiento. (Un estado policial no deja de ser un estado filosófico, sistemático, presidido por un valor moral supremo: el horror vacui.) Quien emprende el viaje hacia el objeto se ha de encontrar con múltiples dificultades: porque la cosa no se entrega al primero que llega, pues ella tiene una idea del amor bastante más compleja que la de la conquista fácil.

El amor-filósofo del sabio fracasado (él se confiesa esto en secreto) se enreda entre las palabras, jugando y entreteniéndose durante el camino, hacia un interior-verdad en el claro del bosque: transparencia que viene de arriba, del cielo en lo alto, del sol, anunciándole una imposibilidad nueva: encerrado al fin con su verdad, se sitúa ante la alternativa de renunciar a ella y desandar el camino o mirar al cielo desesperado.

En un caso, el vacío de tener que volver a empezar; en el otro, la idea terrible del acabamiento. Conociendo esto no puede gozar del mismo viaje: conducir su coche le parece una tortura (que termina adormeciéndole peligrosamente); y también para la conducción de su pensamiento se encuentra con su incapacidad."

***

(Domingo en A. ¿El coche? ¿Primavera?)

La mujer joven salió disparada del asiento delantero del coche aparcado (un VW Passat azul oscuro, nuevo), iba dejando caer su belleza por la acera -ella andaba rápido, nosotros la veíamos-, hasta que encontró el cajero automático: ¿Quién vio esto? ¿Qué celebraba la mujer?

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