21 de abril de 2007

Abcd

(21 de abril de 2007)

Fernando Iwasaki, "Cuatro (ale)gatos a favor de la lectura"

La literatura forma parte esencial, en efecto, de la transmisión cultural, de lo que se puede denominar "educación sentimental", visto desde el lado de la valoración propia que hace cada individuo. Éste prosigue la cadena, esto es, (se) reproduce la sociedad.

Forma o formaba parte, más bien (o más mal), una vez que nos vamos haciendo conscientes del escaso valor de uso del dominio lingüístico avanzado: no está claro que un consumidor perfecto (ciudadano del siglo XXI) precise del conocimiento depurado de la exactitud poética. ¿Pesimismo? No. Vida diaria. Aparte de que la acusación de derrotismo representa una fácil "tentación totalitaria" (así se titulaba un libro de J. F. Revel).

Socialmente, el conocimiento libresco no significa nada: legiones de pedagogos pontificaron acerca de la facilidad que tiene el alumno para conocer el saber contenido en los libros... en Internet. Esto es falso, aparte de hacer sospechar acerca de la competencia erudita/cultural del que sostiene la falsedad (por no decir de su amor por el texto impreso: fatal, ruinoso, exclusivo). En fin: el arrumbamiento de la teología nos trajo el final de las bellas letras (y de la filosofía y la historia). Así que no nos alegremos -tanto- de que los dioses se hayan ido.

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Mercedes Monmany, "El martirio de Mandelstam"

Un país que mata por la poesía es que respeta la poesía, realmente. Esto lo dice Mandelstam. Y un chequista cínico y previsor le puede señalar al poeta que es él mismo (el poeta) quien se conduce de la mano al patíbulo. De eso se trata, de una libertad que no tiene que consistir en ruido (política), que puede limitarse (y es el todo) a un diálogo o aclaración consigo mismo. Santidad de la palabra, la muerte en vida de los mediocres. (No recuerdo si en la edición electrónica del suplemento de cultural de Abc, pero en papel viene la foto de "delincuente" de Mandelstam: un hombre ya maduro, de frente y de perfil. También la fotografía de su esposa, Nadiezda, ¿joven?, bella y soñadora.)

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