20 de marzo de 2007

Recapitulemos, II

Ninguna desesperación, cuando se pone uno a hablar de miedo, del dolor, del mal -sino la prisa, no tener descanso ninguno a lo largo del día, no poder pararse ni a pensar. Ansiedad continua, un falso entusiasmo por hacer cosas, por escribir: sucedáneos de la actividad verdadera (y, por lo tanto, la alegría) o la única actividad posible.

(El yo) No se concibe un sujeto-sustancia sin sus acciones, sin dar muestras objetivas y visibles de lo que es, de que se está porque se es capaz de moverse (ser/estar en el mundo en tanto pura actividad nerviosa, tormenta de sensaciones, shock).

(Lecturas) No puedo entender la raíz del mal moral sin conocer la vida y muerte de las víctimas: la vocación estética de Albert Speer va de suyo (ça va de soi, evidencia, per se nota)con la podredumbre que genera su frialdad soberana, de un mal dios (la belleza de la rosa vive de la materia orgánica, de una muerte que necesita). Pero aquí no había belleza sino bultos, en las sombras... una pesadilla en el tiempo histórico.

(Vistas de día, una conversación nocturna) Vuelo nervioso, de un pensamiento a otro, sin querer detenerme: me quería ir fijando en el paisaje de la sierra -una carretera torturante, una delicia para la vista-, en el objeto de deseo de un turismo que invadirá, muy probable, toda esta zona al cabo de unos pocos años, una vez que esté terminada la autovía del valle. Nadie podía prever la expansión económica y humana (pros y contras en la cuenta) hace cinco o diez años. De aquí a otros cinco años, nada más, sí podemos atrevernos a conjeturar los cambios: la explosión de lo urbano sin necesidad de habernos movido del paisaje rural, sin emigración y sí con ese movimiento de lujo -inter(net)comunicado, informacional- del turismo. ¿Qué lengua hablaremos? Aquellos que están más capacitados hablan a veces otra lengua, y nos sonríen, ambiciosos o humanos.

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