13 de febrero de 2007

Aclaraciones

(Autobiografías)

Las razones por las que uno se encuentra con algo no son más que las ocasiones de superar una ignorancia, de realizar un descubrimiento... aunque la cosa estuviera ahí de siempre (es decir, que no importan los antecedentes metódicos, sino las buenas consecuencias derivadas). Y son tantas las cosas que se desconocen... Leyendo La memoria inquieta de Pinilla de las Heras, o -ahora- el Retrato del artista en 1956 de Gil de Biedma, se tiene una impresión bastante desagradable, acerca de la degradación de una forma de cultura, ilustrada, erudita, libresca, plenamente europea en el lenguaje y en la circulación de las ideas. Quizás sean malos ejemplos, vinculados como están a ese mundo aparte, o particular, que es Cataluña durante buena parte del siglo XX. No todo es plausible, desde luego: como los aparentes resabios de un nacionalismo que no queda muy lejos del insulto xenofóbico (¿se trata de un victimismo encubierto?, ¿se puede leer eso en los textos de Pinilla de las Heras y de Gil de Biedma?). La degradación deberá alcanzarme a mí y todos aquellos que pudimos entrar -a trompicones- en el ámbito de la cultura académica durante los años ochenta. Me refiero a lo muchísimo que desconozco, pues no fui un niño llamado al cultivo espiritual, aunque tampoco puedo alegar méritos especiales. Si acaso, he ganado un cierto saber de los límites, una suspicacia continuada hacia las infatuaciones y el verbo rápido, una conciencia reflexiva... que no sabe cómo parar, indistinta, obsesiva.... y se vuelve a la fisiología, a las razones de los descubrimientos culturales, a un movimiento en círculo que no deseaba, pues yo quería referirme a JRJ ("Todos los días, el cielo..."), y lo que dice sobre el yo. Pues también lo descubre, con máscaras y sin ellas.

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