6 de enero de 2007

Tarde de domingo

(Obligaciones)

Derrida: la razón cartesiana y la locura.

http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/foucault.htm

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También se deshace el arte del camino, lo que tiene de humano, cálido y agradable el paisaje mínimamente civilizado: encuentra -saludado por un sol que zumba alegre, en enero- una bañera, lo que parece una bolsa de palos de golf y la pantalla destrozada de un televisor viejo. ¿Quién negaría que eso es buena parte de la vida de una ciudad, y en este sitio constituye algo absurdo? Asimismo se tropieza con botellas de plástico y paquetes de tabaco.

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La mayoría de las personas que confiaron en ti ya no están. La duda es si debe esperar uno a su propia desaparición, si nunca se ha confiado, si ese es realmente el problema. A ellos los has salvado de todos los errores que pudieron cometer. Porque nadie tuvo una claridad total sobre sus asuntos ni sobre los tuyos, no se habían definido bien las reglas (eras demasiado joven y no tenías por que comprender los prejuicios, las durezas, de su experiencia), y no debemos suponer que a partir de ahora la seguridad vaya a ser mayor. De hecho, podemos pensar que lo más normal va a ser lo contrario, el gregarismo de hombres civilizados, compartimentados.

Dejando para los ausentes aquello que podría justificarte en alguna medida, viviendo ciertas ideas como si también para ti hubieran sido escritas, no eres ajeno a la tentación de pensar si la fijación en el pasado no debió tomar parte en la luz intensa -libre, trágica, gozosa, dependiendo del camino que se tomara- de algunas decisiones, si esa firmeza en agradecer, reconociendo que todo es la lengua y lo que se te ha comunicado, no posee igualmente una potencia destructiva, un exceso para lo que tú eres capaz de aguantar. Que nadie te haya visto capaz de soportar nada es un punto en tu cuenta, que no te obligaría a decepcionar a nadie, si bien tampoco tienes que pensar en que iban a sorprenderse.

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