14 de diciembre de 2006

Le père est mort

Me dio un golpe tremendo, todavía tengo la cicatriz, el pobre, sordo y casi ciego como estaba (esto debió ser en mil novecientos setenta y poco). Él, que tenía la obligación de cuidarme, los martes, cuando mi madre no estaba porque tenía que ir al mercado. Bendito, inocente (eso lo sabía yo entonces, pues me acuerdo de que quise tapar el accidente), se quería creer culpable y se retiró a su habitación, a oscuras y doliente. Ahora su recuerdo es nada más que luz.

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