19 de octubre de 2006

Del sentimiento amoroso en la autobiografía

La descripción del asunto quebranta su mismo valor: la charla acerca de los afectos básicos entrega su verdad más fundamental a un sistema que los olvida. La eternidad de La voz a ti debida se origina en la misma dispersión del sentimiento amoroso que pretende celebrar: el amor, en principio un calor de destrucción, se desgasta como la piel reseca de los pronombres. Éstos se viven a sí mismos más que si estuvieran hechos de carne, a través de las palabras puras con que se reflejan (yo-tú). Queda el producto, de lujo, un esqueleto sin polvo y sin atmósfera: para ser siempre cantado en la biblioteca, en soledad, y no en las calles ni en los balcones, donde le correspondería.
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El sentimiento amoroso no está presente en la autobiografía: introduce desorden, pues no puede existir una coherencia a dos. La coherencia emana de la soledad, del individuo, aquél que, descarnado, pone su alma a escribir.
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De lo cual se deduce que el amor no habla: la autoconciencia se sabe -ergo, existe- en el soliloquio.

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