10 de octubre de 2006

Bresson, cuidado, un condenado

La estructura de una objetividad antepredicativa sobrepuja cualquier cierre pensado de/para el relato. Las imágenes/palabras se abren con falta de información y se terminan con una indecisión similar: escape, sí, pero... la voz auto-narrativa suena demasiado pasada, enuncia desde un lugar-tiempo que no es el del final de las imágenes que acabamos viendo.

PS.
  • Una libertad poco prestigiosa, quizá: aspiramos a la limpieza de las manos y del espíritu; nos lo impide esa condición general de arrojamiento y su cercanía escatológica (proyecto deyecto). Los juegos de manos terminológicos esconden/muestran (revelan, según la determinación conscientemente ontoteológica) el peso de la libertad, un reconocimiento culpable, de vergüenza que no se puede arrastrar y que mueve a esconder la cabeza.
  • Desear no haber nacido: si la libertad fuera una moneda habría que enseñar esta cara, la que tiene que ver con la resignación o el ansia de mortalidad, auto o heterodestrucción. Una "mejoría" así, pesada para los hombros que tienen que cargar con ella, no puede congeniar con definiciones "líquidas" de la libertad, ni gaseosas.

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