24 de septiembre de 2006

Máscaras

I.
Bajo un cielo frío, que no quiere ocultarse ni manifestarse: se pide a los ciudadanos valor y voluntad, para dar con la raíz de las relaciones (amor, amistad, ciudad); libertad y acciones que muestren su verdad o el error del riesgo: porque el mal es carencia, finitud que se volvería en bien añadiéndole claridad. Es decir, salvamos las obras equivocadas reconociendo la buena intención: otro acto de libertad, nadie obliga a hacerlo.
Sin naturaleza ni dios que nos resguarden (Homo sapiens, pero ¿por qué?) se concede el premio al buen resultado, se mira hacia otro lado (la buena intención) en caso de esfuerzo que se malogra, y únicamente queda desprecio para quien no se pone en marcha. Sin un dios se es más cruel. Ahora yo me pregunto por la razón de que hayamos limitado el sentido religioso de la existencia a la obligación del trabajo, la tarea de Sísifo.
II.
A un texto autobiográfico se le pide justamente lo anterior: la aplicación de un esquema teológico, no la vida de Agustín en la que ese esquema encarna, indisociando materia y forma.
III.
Fragmento de subjetividad: miro los tejados ruinosos de enfrente, el esqueleto de las casas viejas, desprovistas de la pared medianera. A esos despojos de construcción el boom inmobiliario adosará nuevas edificaciones. De esa forma, en el curso de unos años, los ojos cambian lo que ven.

No hay comentarios: